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Luis Blanco ,Consultor informático en Isdefe

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Nacido en la calle Ronda de la Cruz de Toral de los Vados

¿Cuéntanos tu experiencia cornavirica ?

Luis Mere: Quiero empezar mandando un saludo muy especial a todos, por estos momentos de incertidumbre que estamos viviendo y que marcará profundamente nuestro devenir de los próximos años.
Intentaré contar como hemos vivido los días de confinamiento en la ciudad de León, donde vivo con mi mujer y mis hijos.
El inicio como en todos los sitios, fue con mucha incertidumbre y se apreciaba que la gente no tenía muy claro la necesidad de que nos tuviéramos que quedar en casa.
Salía a hacer las compras con una mascarilla de las que nos había enviado mi cuñada, porque yo venía de trabajar en Madrid los días previos, y en alguna cola tuve que oír a alguien que pasaba por la calle, mascullando algo sobre el alarmismo excesivo por llevar puesta mascarilla.
Con el paso de los días, estas colas eran cada vez más ordenadas y no tan largas como los primeros días. Supongo que porque la gente salía sólo lo justo y porque también se daría cuenta que no había la carencia de alimentos que se esperaban al principio.
Otra de las escenas especiales que vimos, era la llegada de los bomberos, cuerpos de seguridad y sanitarios, en algún portal de la zona, para llevarse a algún vecino al hospital. Afortunadamente no fueron muchas, pero se ponía el vello de punta ver como se vestían con los buzos de cuerpo entero, gafas, guantes y mascarillas, para entrar al portal de la vivienda. Además se quedaba peor cuerpo, al ver como los compañeros que quedaban fuera les rociaban por todos lados con desinfectante en una mochila de fumigar, como la que utilizamos por aquí para dar los tratamientos en las huertas, antes de quitarse todo ese atuendo y meterlo en una bolsa.
Vivimos también las escenas de salir a las 8 a aplaudir a todas esas personas que se estaban ocupando de la lucha directa contra esta lacra que tenemos y también alguna más que se hizo para esos otros valientes que han sido nuestros niños. En el caso de los niños, también era muy emotivo ver cuando los coches de Policía llegaban para felicitarle el cumpleaños desde la calle a alguno de esos pequeños.
No quiero terminar sin recordar las denuncias que vimos de la Policía, a gente que venía paseando el perro desde vete a saber donde o que salía en el horario que no le correspondía. Porque esa fue quizás de las medidas que la gente se tomaba más a la torera, hasta que vieron que les podía tocar el bolsillo…

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